Refugio Seguro: Crea un espacio seguro y tranquilo en tu hogar donde tu perro pueda esconderse durante eventos ruidosos.

Sonidos Calmantes: Usa música suave o sonidos de la naturaleza para bloquear los ruidos fuertes.

Desensibilización: Gradualmente expón a tu perro a ruidos fuertes en un entorno controlado para que se acostumbre.

Introducción Gradual: Introduce los cambios de manera gradual para dar tiempo a tu perro a adaptarse.

Mantén una Rutina: Mantén una rutina diaria consistente para darle a tu perro un sentido de normalidad.

Zona de Confort: Asegúrate de que tu perro tenga su propio espacio donde pueda sentirse seguro.

Visitas de Práctica: Lleva a tu perro a la clínica para visitas cortas y positivas sin procedimientos médicos.

Recompensas: Usa golosinas y elogios para asociar las visitas al veterinario con experiencias positivas.

Tiempo de Juego: Antes de la visita, juega con tu perro para reducir su ansiedad.

Juegos Interactivos: Proporciona juguetes interactivos y rompecabezas para mantener a tu perro mentalmente activo.

Paseos Regulares: Asegúrate de que tu perro haga suficiente ejercicio diariamente, adaptado a su edad y raza.

Tiempo de Calidad: Pasa tiempo de calidad con tu perro, jugando y interactuando con él.

Entrenamiento Gradual: Acostumbra a tu perro a estar solo durante periodos cortos y aumenta el tiempo gradualmente.

Cámaras y Comunicación: Usa cámaras para mascotas y dispositivos de comunicación para interactuar con tu perro cuando no estás en casa.

Juguetes de Consuelo: Deja juguetes o prendas de vestir con tu olor para que tu perro se sienta más seguro.

Socialización Positiva: Socializa a tu perro de manera gradual y positiva con otras mascotas y personas.

Supervisión: Supervisa las interacciones para asegurarte de que sean positivas y seguras.

Refugio Seguro: Proporciona un espacio donde tu perro pueda retirarse si se siente abrumado.